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Valores importantes

valores Morales Fallon

Los valores no se enseñan, se descubren. Necesitamos abrirnos a otros con generosidad, de forma sincera y asi poder generar confianza, siendo atentos y sencillos, pacientes y cordiales. Debemos crear relaciones de verdadero encuentro para desarrollarnos como personas con pensamientos útiles y positivos. Para esto es necesario poner en práctica dos valores muy importantes: la serenidad y la paciencia, a pesar de que suena a frase de cajón.

Los seres humanos tenemos la oportunidad de alcanzar la felicidad suprema, de ir por el camino espiritual, si logramos poner en práctica nuestros buenos pensamientos y virtudes.

Las virtudes humanas embellecen la personalidad, la forma de actuar de cada persona Las virtudes naturales constituyen un punto de apoyo para desarrollarlas; contribuyen a la perfección de las realidades humanas, ayudan a realizar los trabajos con serenidad, paciencia, bondad, alegría y paz.

Y entonces ¿qué es una virtud?

Es la firmeza, la prontitud para hacer las cosas con agrado, realimentando el entendimiento. La virtud nos permite a los humanos conocer la verdadera felicidad. Nos permite actuar con satisfacción, con responsabilidad, con alegría, con gusto y firmeza en las propias decisiones.

La paciencia

Con frecuencia sufrimos de nervios porque creemos que las cosas tienen que ser perfectas. La paciencia, implica ser reflexivos, conscientes y responsables. Debemos acudir a la prudencia para saber lo que tenemos que hacer en cada momento, para preveer las necesidades de nuestros hogares, las de los demás, para considerar las circunstancias antes de obrar, con docilidad, ingenio y providencia, ver lejos, anticiparse a los sucesos con dominio de sí, con determinación y si… con mucha paciencia. La fortaleza da vigor al alma para ir hacia el bien. Con la fortaleza se dominan los defectos. En el sosiego no hay inquietud ni perturbación; si se tiene una mente sosegada, en ningún momento se perderá la tranquilidad.

La paciencia es una virtud que nos ayuda a soportar nuestros problemas, nuestros desasosiegos, nuestras tribulaciones y a preservar la serenidad en medio del caos, los conflictos, y las vicisitudes diarias de la vida, de nuestros hogares, de nuestro entorno.

La paciencia suaviza las penas y evita la ira, el enojo y las excesivas quejas. Ser paciente es ser tolerante y sereno frente a las dificultades. Es tener autodominio cuando no se puede controlar la manera de actuar frente a una compleja situación, es verdaderamente un virtuoso constructor de paz

Hay que saber esperar, soportar sin alterarse. La paciencia es perseverancia, es esperar el tiempo que se necesite para dar por terminado algo. Las personas cuando son pacientes tienden a desarrollar la capacidad para ver con objetividad y claridad el origen de los problemas, para darles la mejor solución. Hay que afrontar la vida de una manera optimista, tranquila, buscando la armonía.

La verdadera paciencia es una virtud difícil de practicar por causa de nuestro egoísmo y de nuestro mal carácter. La paciencia y la serenidad nos ayudan, a desarrollar valores como la tolerancia, el respeto y la sana convivencia. Poner en práctica estos valores nos proporciona unos increíbles beneficios para la salud mental.

La serenidad, otro de los grandes valores. Es sosiego, paz, tranquilidad, autocontrol y calma. Es una virtud que se consigue con tiempo y esfuerzo. Es una actitud calmada y sosegada ante cualquier circunstancia o acontecimiento por complicado que éste sea. Saber mantener la calma en situaciones difíciles y las preocupaciones, es un logro que solo lo pueden tener las personas serenas. Teniendo una actitud reflexiva, se permite valorar y ver la magnitud del problema, buscando soluciones desde la calma y la reflexión, con paciencia y estoicismo.

Hay pasiones que desestabilizan la mente, el alma y el corazón; perdemos el control, el dominio de las palabras y de las acciones. Nos producen tanto daño que si no controlamos la ira y el resentimiento, podemos causar grandes daños, muchas veces irreparables. Es por eso que se debe acudir a la serenidad y a la calma. Hay que tener confianza en sí mismo y en nuestra capacidad de tolerar las frustraciones. Con la serenidad podemos controlar los sentimientos y pensamientos negativos, lo cual supone dirigirlos y expresarlos correctamente.

La serenidad no es indiferencia, ni ignorancia; es una virtud que nos abre la posibilidad de mejorar nuestra calidad de vida. Le da grandeza al espíritu, nos enseña a mantener la calma en medio de nuestras preocupaciones y problemas, nos ayuda a estar en verdadera paz

La práctica continua de la paciencia y la serenidad, nos llevan sin lugar a dudas a obtener diariamente más sabiduría, que a su vez conduce al amor hacia nuestro prójimo, a la naturaleza, a los animales. Nos haremos más comprensivos ante las faltas y las fallas de los demás, nos hará más clementes y más prestos a ayudar a otras personas. Este comportamiento será meritorio de formas inimaginables, con solo creer y ser determinados con nuestras metas. Podemos conseguir esto únicamente, si nos hacemos conscientes de que cada uno es una parte en la solución de los problemas mundiales. Todos tenemos algo que aportar al bienestar general, basta con reconocer que somos constructores de paz, una paz estable y duradera que ya somos muchos los que queremos alcanzarla y trabajamos por ella.

Lo importante es no huir de las tormentas, sino saberlas afrontarlas con serenidad, paciencia y sabiduría. Teniendo confianza en nosotros mismos, derrotamos nuestras limitaciones. La serenidad y la paciencia nos dan energía interior y nos llena de alegría y entusiasmo, para alcanzar la tan anhelada felicidad.

Categorías: Ventana al Éxito
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