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La ceiba, el árbol sagrado

Ceiba Morales Fallon

La ceiba, imponente por su majestuosidad, con sus brazos extendidos como cobijando miles de pájaros mientras que bajo su sombra, observa a miles de personas pidiendo deseos, esperando que sus anhelos y sueños se cumplan. Este árbol ha sido centro de largas tertulias, arduas controversias y polémicas. Testigo mudo de los enamorados y de los ancianos sentados alrededor recordando y añorando viejos tiempos, evocando sus remembranzas, siendo un garante de construcción de paz.

Las ceibas, gigantescos árboles que pueden alcanzar hasta más de 3 metros de diámetro y una altura de 60 a 70 metros. Sobresalen en las selvas, son el techo de los más altos en los bosques y selvas. Fueron sagrados en las épocas prehispánicas, se encuentran generalmente en las selvas tropicales y en muchos pueblos América Latina, se encuentran en sus parques principales, rodeados de historias, mitos y leyendas; muchas con sus barbas colgando. La ceiba, es sin duda un árbol sagrado por muchas culturas, entre ellos los Mayas, que le daban gran importancia mitológica. En una de las leyendas estos indígenas, los dioses creadores sembraron en los cuatro rumbos del cosmos sus ceibas sagradas, al este la ceiba roja, al oeste la ceiba negra, al sur la ceiba amarilla y al norte la ceiba blanca. También sembraron una quinta ceiba al centro de todos estos rumbos, en sus raíces ubicaron el Xibalbá o Mitnal que era la morada de los muertos, en su base colocaron el Kab o la tierra que habitamos los seres vivos y en su fuste y ramas establecieron su morada los dioses, mientras que en la cima de su copa habitaba el origen de todos los dioses en la forma de un precioso quetzal celestial.

Cuando se mira de cerca, se puede observar que su corteza es de color gris claro y generalmente es lisa. El tipo de la flor que presenta el Ceiba es una Umbela lateral, con muchas flores de color blancuzco o rosado. Según (Witsberger, 1982), las flores de la Ceiba son polinizadas por murciélagos, colibríes y abejas. Según ( Baker, 1974 ), estos árboles no florecen todos los años y ha habido de 5 a 10 años, entre dos episodios de floración.

Es tan atrayente para el ser humano por su madera que es blanda y liviana; con ella fabrican canoas, juguetes, tambores , ataúdes , palillos y fósforos. La semilla está recubierta por una especie de algodón que se utiliza como relleno en la elaboración de almohadas y colchones. De sus semillas se extrae aceite para la alimentación del hombre. También se utiliza su aceite como materia prima de jabones y como combustible de lámparas. Las hojas de la ceiba que se cocinan y son comestibles. Cuando se pueden observar sus frutos, se puede determinar que son cápsulas de forma elíptica u oblonga. Al madurar son de color pardo y se abren en cinco partes. Al quedar expuestas sus semillas son de color negro, y debido a su tamaño y forma son fácilmente dispersadas por el viento.

Cuando el hombre y la naturaleza se enfrentan, generan enormes trastornos ecológicos, porque los primeros terminan acabando las ceibas con el afán de sacar provecho de ellas. Estas relaciones de personas y entorno biológico, regidos por un voraz apetito económico de máxima rentabilidad, sin tener en cuenta el carácter no renovable de muchos de estos recursos, ni la fragilidad de estos árboles.

La majestuosidad y la hermosura de este árbol es un sinónimo de la grandeza de espíritu y de lucha de los hijos. Las plazas públicas de los pueblos del siglo pasado. Su ubicación denota importancia: en el centro de las mismas, o sea en el corazón del mismo. Esa particularidad, es muy significativa para Ceiba, Pues este árbol se perfila en muchos de los capítulos de la historia, en donde se tejió el plan de construcción de paz de muchos territorios así como de luchas incesantes.

La ceiba se convierte entonces en una especie de escudo de las mujeres y los hombres afrodescendientes para defenderse de la violencia y el maltrato bestial de la esclavitud, que sigue pesando, a pesar del tiempo, no solo en las formas de relacionamiento, sino también en la cultura y los valores. “Este instante yo te hablo con todo mi corazón para llamar a tu divina influencia y está presente ante mí, ejemplar admirable de la ternura maternal, flor de todos los hijos, forma de todas las formas, alma, espíritu y armonía. Ceiba, consérvame, protégeme, condúceme, líbrame de todos los espíritus malos que nos asedian continuamente sin que nosotros lo sepamos… El espíritu de la ceiba es maternal. Por esto todos los santos y los espíritus se acogen a ella, porque es Madre”.

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