Acompaño esta corta descripción de un maravilloso animal como es la tortuga, de una corta fábula con su respectiva moraleja o mensaje de enseñanza de carácter instructivo, especialmente para niños y porque no, para adultos.
Las tortugas forman parte de los reptiles y es vertebrada. Se caracterizan por tener un tronco ancho y corto con un caparazón sobre su cuerpo. Es ovípara, se reproduce por medio de huevos, regulan su temperatura de acuerdo la temperatura ambiental donde habitan. Las hay de 2 tipos: Terrestres y acuáticas y en diferentes entornos. Todas las especies de tortugas pasan por el ciclo de vida de un reptil; huevo, cría y adulto. Hay tortugas que viven en el desierto y también las que habitan zonas de frío, que hibernan durante el invierno. Durante este periodo la tortuga debe mantenerse resguardada evitando enterrarse ya que puede enfermarse por exposición a las lluvias o ser víctima de roedores. Las tortugas acuáticas, pueden nadar más de 100 kms para regresar a casa y lo hacen con precisión.
La mayoría de las tortugas son vegetarianas y algunas que viven cerca al mar son omnívoras, o sea que comen de todo, animales y plantas y no les debe faltar el agua. Hoy en día se están enfrentando a la extinción, a su desaparición, unas más que otras. Las crías son una esperanza para la humanidad, porque marca la repoblación de estos seres. Son encantadoras con su comportamiento excéntrico, su parsimonia y su comportamiento animado. Es una especie fascinante, de acuerdo a su raza pueden llegar a durar hasta más de 80 años. Aunque son lentas pueden caminar mucho, razón por la que requieren de un jardín con vegetación para recorrer, además necesita exposición al sol algunas horas al día para fortalecer su caparazón. Las tortugas crecen a un ritmo muy lento, pero sus cuerpos no cambian mucho. Los órganos de una vieja tortuga son casi idénticos a los de una tortuga joven. Estas especies son las que más expectativa de vida tienen.
Es una especie que ha sobrevivido por más de 200 millones de años. Existen muchas razas: Las mediterráneas, las norteamericanas, las asiáticas, las africanas, las sudamericanas, dentro de estas últimas las más conocidas, son las chilenas y las de la isla Galápagos en Ecuador.
FABULA LA TORTUGA Y LA LIEBRE
En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no cesaba de pregonar que ella era la más veloz y se burlaba de ello ante la lentitud de la tortuga.
– ¡Eh, tortuga, no corras tanto que nunca vas a llegar a tu meta! Decía la liebre riéndose de la tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la liebre:
– Estoy segura de poder ganarte una carrera.
– ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.
– Sí, sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.
La liebre, muy engreída, aceptó la apuesta.
Así que todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. El búho señaló los puntos de partida y de llegada, y sin más preámbulos comenzó la carrera en medio de la incredulidad de los asistentes.
Astuta y muy confiada en sí misma, la liebre dejó coger ventaja a la tortuga y se quedó haciendo burla de ella. Luego, empezó a correr velozmente y sobrepasó a la tortuga que caminaba despacio, pero sin parar. Sólo se detuvo a mitad del camino ante un prado verde y frondoso, donde se dispuso a descansar antes de concluir la carrera. Allí se quedó dormida, mientras la tortuga siguió caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin detenerse. Cuando la liebre se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a una corta distancia de la meta. En un sobresalto, salió corriendo con todas sus fuerzas, pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había alcanzado la meta y ganado la carrera!
Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que burlarse jamás de los demás. También aprendió que el exceso de confianza es un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos. Y que nadie, absolutamente nadie, es mejor que nadie
Esta fábula enseña a los niños y a los grandes el valor del esfuerzo y del trabajo y que no hay que burlarse jamás de los demás seres humanos, ni subestimar la capacidad y fortalezas de otras personas.
Fábula tomada de la guía infantil.com
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