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Normas de urbanidad, normas de modernidad

urbanidad Morales Fallon

“Por medio de un atento estudio de las reglas de urbanidad y por el contacto con las personas cultas y bien educadas, llegamos a adquirir lo que especialmente se llama buenas maneras o buenos modales, que no es otra cosa que la decencia, moderación y oportunidad en nuestras acciones y palabras, y aquella delicadeza y gallardía que aparecen en todos nuestros movimientos exteriores, revelando la suavidad de las costumbres y la cultura del entendimiento”.

(*Manuel Antonio Carreño) Elogio de la urbanidad

Al hablar con padres y abuelos, lo primero que dicen al referirse a los valores con los que ellos crecieron, es que los tiempos han cambiado mucho, que las nomas de civismo y urbanidad han venido desapareciendo de la escuela y por supuesto de los hogares. El mundo ha sufrido muchas trasformaciones en cuanto a relaciones humanas se refiere y esto lo demuestra el comportamiento ético y cívico, que viene disminuyendo en grandes proporciones. En los tiempos de hoy Las personas gozamos de libertad, más autonomía y esto debería reflejarse en una mayor felicidad; Sin embargo, a raíz de tantos cambios, se han olvidado los buenos modales, los tratos cordiales y el buen comportamiento con los demás. Eran muchas y complicadas reglas que había en los libros de urbanidad, que las personas se confundían y vivían temerosas de cometer faltas de mala educación. La urbanidad no se limita únicamente a enseñar los modales y el buen comportamiento que debemos tener con los demás en las diferentes situaciones que nos pone la vida dentro de la sociedad, sino que una vez adquiridos los valores, los buenos hábitos, harán que nos sintamos seguros de nosotros mismos y contentos con nuestra personalidad. Así se despierta en los demás la confianza, la simpatía y el aprecio hacia nosotros.

Hace algunas décadas el libro de urbanidad debería ser el más apto y provechoso que se les enseñaba a los niños desde que tenían uso de razón para que crecieran con buenos principios, a fin de que cuando avanzaran en edad y tuvieran contacto con los demás, llegaran a ser buenas personas, con una identidad civilizada, buenos cristianos, excelentes ciudadanos y hombres de bien con excelentes modales de comportamiento; de esa manera, tendrían éxito en el futuro.

La urbanidad y la educación cívica han venido formando parte del modelo de educación adoptado para la infancia y la juventud en los últimos tiempos. La moral, la cívica y la urbanidad, son disciplinas que se han ido formando con virtudes sociales que han caracterizado al buen ciudadano; Se hace necesario difundir todos estos valores para poder convivir con sabiduría, agradando a sus semejantes; pues sus buenos valores los harán ciudadanos de bien.

Como ejemplo de una de las normas de urbanidad, la cortesía verbal es sin duda, una de las más vitales protagonistas de personas decentes y bien educadas, sin embargo, es una de las costumbres que más rápido caen en la utilización de malas palabras para cualquier conversación sana. Esta norma debería ser acogida por todo el mundo teniendo en cuenta los principios teórico-prácticos, que alguna vez aprendimos y que ya se han olvidado. Probablemente hemos caído en tener un inventario general de insultos, que no es más sino otra forma de violencia. Hoy en día por falta de conocimientos de principios y valores y de una comunicación adecuada, se crían jóvenes agresivos, en un clima de desconfianza, de inseguridad, de rebeldía, que suscitan al mal comportamiento.

Con estas versiones de urbanidad, civismo y cortesía, el factor verbal aparece como uno de sus más vitales protagonistas. La murmuración y las críticas destructivas, deberían ser evitadas por educación, por buenos principios; antiguamente este componente era de pésimo gusto en las relaciones cívicas y en las relaciones con los demás.

Los descuidos de la crianza de los niños y jóvenes dejan ciertos menoscabos, ciertas rebeldías que no les hacen ningún bien a ese ser que estará liderando nuestras naciones del futuro. La falta de valores ha convertido a los adolescentes y a la juventud en una bomba de tiempo, haciendo que se olviden los valores y solo salga a flote una libertad amparada en el libertinaje que se vive en la cotidianidad. Los padres de familia en su afán por darles a sus hijos su sustento y manutención, se han centrado en trabajar descuidando la disciplina, la compañía y la relación afectuosa, de amor, con la que deberían ser criados. Hay que insistir en cultivar la urbanidad y los valores éticos y morales en cada una de las personas que formamos parte de esta sociedad, en especial en los niños , adolescentes y en los jóvenes que serán los futuros constructores de paz, constructores de un mundo mejor, aquellos en el cual todos seremos valorados como personas respetuosas, amables, integras y con una personalidad intachable por la que nos tendrían en cuenta y tendríamos el respeto como base de la sociedad.

Derechos humanos / derechos animales

La sociedad se ha transformado tanto a través del paso del tiempo, que con esos cambios se han perdido muy buenas costumbres y ciertos modales que ayudarían a mantener la armonía entre la gente, pero hasta el momento muy pocos se han preocupado por recuperar estos principios; se ha perdido hasta el simple hecho de agradecer, o de decir por favor. La sociedad se debe guiar por un conjunto de reglas que rigen el buen trato social y la igualdad entre las personas. Hay que proponer nuevamente la Urbanidad y el civismo como materia importante en los planteles educativos e incentivar a los niños y a los jóvenes a seguir las reglas que ayudan a un buen desarrollo dentro de la sociedad; también proponer talleres a los padres que son los formadores de sus hijos desde sus hogares, motivados por las buenas maneras, donde no les falte amor, interés y comprensión. Estos recursos educativos tanto para hijos como para padres, podrían ser dinámicos y contagiosos, que atraigan la atención de todos y que le den el valor que merecen a dichos valores.

De acuerdo a las anteriores versiones, es recomendable insistir en el estudio y la aplicación del manual de Carreño.

* El autor del libro de Urbanidad tan popular, fue Manuel Antonio Carreño (Caracas 1812 – París 1874). Su Manual se convirtió en la guía de urbanidad más reconocida de la época en los países bolivarianos, y declarada guía de texto en escuelas públicas. Manuel Antonio Carreño, destacado pedagogo, músico, traductor, diplomático y escritor, pasó a la historia por su tratado que inicialmente apunta: La urbanidad es virtud o manifestación de virtud: reflejo exterior de realidades interiores, la intención de integrarse positivamente en la vida ciudadana convertida en hechos. El libro comienza con reflexiones de moral, ética, civismo y religión, y pasa a relacionar normas de conducta que van desde observaciones sobre el aseo, al modo de conducirse las personas en sus casas, en la sociedad, cita hábitos de mal gusto que deben eliminarse, aconseja las formas correctas de actuar para con los semejantes, el respeto a la familia, a los conciudadanos.

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